Los cinco estilos de influencia: ¿Cuál es el tuyo?
Si eres de los
que les gustaría mejorar tu capacidad de influencia en el grupo de amigos o en
tu trabajo, existe una buena noticia: puedes hacerlo si conoces algunas claves.
Un buen comienzo es saber cuáles son los estilos de influencia posibles,
identificar en cuál te sientes más cómodo y cuál te cuesta una barbaridad. En
la medida que lo sepas, tendrás más recursos para adaptarte a cada
circunstancia y a cada persona que tengas enfrente. Veámoslos con detalle,
tomando la clasificación de DLI:
- Estilo asertivo
Insistes para que tus ideas sean
escuchadas y no tienes problemas para retar y cuestionar las ideas de los otros. Frases que puedes decir: “Hemos de
tener esta conversación”, “estoy seguro de que este es el mejor camino”, “mi
posición me otorga autoridad para…”.
Muchos jefes utilizan este estilo, pero
no es necesario tener poder jerárquico para ello. El amigo provocador se
encuadra dentro de este apartado. Es un estilo muy útil cuando tienes
realmente poder formal, cuando hay una crisis o aprieta el tiempo. Sin
embargo, cuidado en abusar de él si buscas colaboración o desarrollar el
liderazgo en los otros. Las personas se acaban aburriendo de los “súper
asertivos” y pueden llegar a boicotearlos.
- Estilo racional
Para convencer a otros de tus ideas
ofreces razonamientos lógicos y datos.
Tus frases podrían ser: “Nuestro análisis demuestra que…”, “la única solución
lógica es…”, “los expertos creen”, “los números nos dicen…”. Los departamentos
financieros o el mundo científico son buenos hábitats para este estilo de
influencia. Entre nuestros amigos se identifica a quien le gusta estar a la
última de lo que dicen las noticias, los estudios o el último informe sobre el
cambio climático.
Es un estilo muy útil cuando se puede
tener una discusión lógica o existen datos. Ahora bien, si hay conflictos emocionales, falta de
credibilidad o de evidencias, no es un estilo que funcione.
- Estilo conector
Tiendes puentes, escuchas activamente,
comprendes la posición del otro y construyes coaliciones de beneficio mutuo. ¿Cuáles podrían ser los comentarios de
un conector? “Creo que entiendo tu problema, ¿cómo puedo ayudarte”, “parece que
tres de nosotros tenemos una agenda común, veamos cómo podemos juntos
conseguirlo”, “me ocurrió lo mismo el año pasado, déjame explicarte cómo…”.
Como tiene altas dosis de empatía, es
un estilo muy recomendable para conseguir colaboración o para abordar temas
complejos con muchos puntos de vista. Sin embargo, no es el mejor si hay
poco tiempo para tomar decisiones o si no hay un objetivo común.
- Estilo negociador
Buscas compromisos y haces concesiones
para alcanzar acuerdos que satisfagan tu interés principal. Frases típicas de un negociador: “Si tú
haces esto, yo haría…”, “te apoyaré en la próxima reunión y cuando me toque mi
turno, te pido que…”, “discutamos esto más tarde cuando todos estemos más
calmados”.
Ponerse el sombrero de negociador es
muy útil si no hay una respuesta correcta y existen divergencias de puntos de
vista tanto en el mundo de los amigos, las empresas o las parejas (en el
último caso, el asertivo te generaría algún que otro problema). Sin embargo, es
complicado que funcione cuando no existen intereses comunes o cuando hay diferencias
jerárquicas considerables.
- Estilo inspirador
Defiendes tu posición y animas al resto
para encontrar un propósito común ilusionante. Las frases que podrías utilizar son “Si
supusiéramos que funciona, qué impacto tendría…”, “solo piensa qué resultado
podría tener para el futuro si…”, “nunca he conocido nadie mejor para esto como
tú…”.
Utilizar el estilo inspirador requiere
tocar emociones y funciona cuando hay intereses compartidos y se requiere
energía y optimismo. Sin embargo, es mejor dejarlo aparcado si existe falta
de confianza o hay relaciones adversas.
En definitiva, la influencia positiva es
de las habilidades más anheladas tanto en nuestra vida personal como en la
profesional. De hecho, es una de las básicas de los líderes, como explica Ramón
Oliver: “Todos podemos mejorar en nuestra capacidad de influencia si
somos capaces de adaptar nuestro estilo a cada una de las circunstancias que
nos enfrentemos”. Y la buena noticia es que podemos conseguirlo.
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